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Opinion
Más allá de los hechos y sus fundamentos, la reacción europea respecto al flujo masivo de migrantes a Sebta revela el verdadero rostro de este socio clave de Marruecos y del continente africano, una postura representada por dos caras opuestas: la de los bonitos discursos sobre los valores del partenariado por un lado, y por otro la de la realpolitik que mira más hacia el pasado que el futuro.
¿Qué confianza pueden mantener los dos socios después de que la Unión Europea haya expresado su solidaridad con España contra Marruecos sin mostrar diplomacia y rigor ?:
“Ceuta es Europa, esta frontera es una frontera europea y lo que está pasando allí no es problema de Madrid, es problema de todos”… “Europa no se dejará intimidar por nadie”… “Nadie puede intimidar o chantajear a la Unión Europea” … “Las fronteras de España son las fronteras de la Unión Europea”, declararon respectivamente la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel y el Alto Representante de la Unión Europea en los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad/vicepresidente Josep Borrell.
Nos quedamos desconcertados ante tales declaraciones, porque dejan entender una extraña racionalidad estratégica.
En primer lugar, la solidaridad europea, que apenas puede hacer frente a potencias como China y Rusia, se ha manifestado apresuradamente contra un “pequeño” país en términos hardpower, pero una gran Nación, cuyo PIB no supera los 112,22 mil millones de dólares estadounidenses.
El apresuramiento con que Europa mostró sus músculos a Marruecos revela ladesilusión de su discurso sobre el Mediterráneo en el que ya nadie cree. Hubo un tiempo en que la gobernanza europea se tomaba en serio, hoy adopta un lenguaje diplomático de "doble rasero". Cuando se dirige a China, lo hace de modo disperso y en un lenguaje diplomático inconsistente. Peor aún, se queda muda frente a los crímenes perpetrados por el gobierno de Netanyahu contra civiles palestinos.
Luego, Europa va por el camino equivocado si pretende someter a Marruecos a su visión "fantaseada": apoyar la presencia colonial española en territorio africano; imponer el papel de gendarme a Marruecos ante los flujos migratorios ilegales ; mantener el statu quo en cuanto a la cuestión del Sáhara, que acaba de romperse con el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre las Provincias del Sur. Estas posturas se oponen a los principios fundamentales de Marruecos y a sus compromisos africanos al igual que mantienen un clima geopolítico deletéreo.
Por último, esta racionalidad es peligrosa, porque pone en confrontación la gestión a tres vías de la política marroquí y africana de algunas potencias europeas, cuyo reto es un interés egoísta: la lógica del Estado profundo (servicios de inteligencia) marcada por la presión y chantaje; la lógica normativa clásica, diplomática y económica; y la lógica soft de las ONG´s, cuyo interés no se limita a la promoción legítima de los valores de la cooperación, sino servir también, por extensión, a objetivos políticos interesados. En tiempos de crisis, como en los asuntos del Sáhara, de las disputas territoriales y de las capacidades estratégicas de Marruecos, es el reflejo del Estado profundo que gana terreno en nuestro vecino español. Tal fue el caso en la crisis del islote de Tourah en el 2002.
Seamos realistas, la situación que vivimos hoy podría repetirse de forma recurrente. De hecho, la gestión de las crisis diplomáticas se está convirtiendo en norma en cuanto a las relaciones con Europa. Por tanto, es recomendable tener en cuenta cuatro realidades:
1- los factores geográficos, históricos y humanos hacen de Europa un socio tradicional sin ser exclusivo ;
2- se deben reforzar las capacidades asimétricas a nivel diplomático, económico y militar independientemente de los socios europeos históricos ;
3- el desarrollo humano es la única solución a los problemas socioeconómicos de Marruecos. Sería poco decir que el pesimismo y la desconfianza de una parte de la juventud están llegando a un estado crítico ;
4- si Marruecos lucha por sus intereses fundamentales contra países de mayor poderío, está en su derecho legítimo de utilizar las cartas que considere relevantes, pero sin que esto empaña su imagen porque en cualquier batalla diplomática nunca hay que perder-sobre todo- la dignidad.